En un viaje reciente, el hombre que se sentaba a mi lado en el avión me preguntó que qué hacía en la vida. Empecé a contarle sobre nuestro trabajo en China y sobre los muchos niños de todo el mundo que viven huérfanos. Se quedó callado un momento y me dijo: "apuesto a que hay días en los que desearías no saberlo. Probablemente sería muchísimo más fácil para tu corazón."
Ahora me quedé callada yo. Pensé en estas palabras y en todos los niños que hemos intentado ayudar. Pensé en la tristeza y el dolor que he sentido cuando un niño está particularmente enfermo, o cuando trágicamente hemos llegado muy tarde. Pensé en la constante sensación de que nunca hacemos suficiente -que siempre hay más niños necesitados que recursos disponibles. Inmediatamente me surgió una pregunta: ¿sería mejor no saber que muchísimos niños en todo el mundo viven con tanta necesidad?
Pero la realidad es que lo sé. Y una vez que lo SABES - una vez que has ido a un orfanato y has visto filas y filas de cunas con niños que necesitan que alguien crea en ellos - no hay vuelta atrás. Y como un arcoiris que asoma entre las nubes negras y hace que tu corazón lata asombrado, todos y cada uno de los niños que hemos curado y a los que hemos dado una segunda oportunidad, realmente me dejan sin respiración. Llevo las imágenes de miles de niños en mi corazón.
Bebés como Emilio, que nació necesitando cirugía inmediata y que enseguida desarrolló un trastorno del desarrollo. Bebés como el pequeño Farrell, abandonado nada más nacer con quemaduras de tercer grado por toda la parte inferior de su cuerpo. Bebés como Ella -que nació con una cardiopatía severa y estaba en una cuna en una esquina de un orfanato donde intentan cuidar a 400 niños. Estos niños tenían todo en su contra. Los comienzos de sus vidas lo único que traen es tristeza a nuestros corazones. Y aún así, porque hay gente preocupada en todo el mundo, gente que ha dado un paso adelante para ayudarles, estos tres niños han tenido una oportunidad de tener una vida más feliz.
Así que me volví al hombre que tenía sentado a mi lado y le dije que imaginaba que mucha gente pensaría que él tenía razón. Quizá el ser completamente ajeno puede que resulte de algún modo más "fácil". Pero trabajar con estos niños que luchan con todo lo que tienen para tener otro día de vida, me ha cambiado para siempre, y sé que me ha cambiado a MEJOR. Me han enseñado que no podemos dar nada en nuestra vida por sentado. Cada día tenemos la oportunidad de ser o un espectador o un participante activo de esto tan complejo que llamamos vida. Y aunque es verdad que implicarse con niños que sufren te rompe el corazón muchas veces, también significa que el corazón se te transforma.
Cuando tomas la decisión de llegar a alguien que lo necesite - estás permitiendo que se haga un milagro.
Amy Eldridge es la Directora Ejecutiva de LWB.
LWB tiene muchas formas de implicarse en las vidas de los niños huérfanos - puedes apadrinar a un niño en cualquiera de nuestras áreas de programa, o puedes ofrecer tu tiempo como voluntario para ayudar a marcar la diferencia!
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