Las maletas están llenas a reventar con suministros médicos y vitaminas infantiles; tenemos pompas y cajitas con coches, y collares y pegatinas; y al igual que en mis viajes de adopción... me vienen millones de diferentes pensamientos y emociones a la mente mientras me preparo para coger el avión a China para una visita de una semana con muchas personas implicadas con LWB.

Siempre que vuelvo descubro la capacidad del corazón humano para hincharse de felicidad y aún así, partirse de dolor. Tengo muchísimas ganas de ver a los niños de nuestras casas de curación que han ganado cada batalla y que ahora salen adelante y además sanos. Veré al pequeño Emilio, que estuvo tan cerca de no conseguirlo, y al pequeño Farrell, que tenía quemaduras muy severas pero que encontró  la fuerza para seguir viviendo. Verá a los preciosos niños de nuestras casas de fisuras que llegaron a nosotros tan vulnerables y que ahora tienen unos preciosos mofletes y son niños felices y completamente queridos. Cenaré con uno de nuestros alumnos de educación que está haciendo odontología, y daré muchos abrazos a algunos de los niños cuyos padres están contando los días para reunirse con ellos a través de la adopción. Momentos verdaderamente alegres... y recordatorios de que cuando la gente se une para ayudar, cosas maravillosas suceden.

Pero también conoceré en este viaje a muchos niños que nos pesan en el corazón cada día: niños que están en la lista compartida cuyos expedientes siguen sin salir, cuyas cuidadoras nos preguntan una y otra vez "¿no hay ninguna familia que los quiera?" Un director de orfanato va a conducir cinco horas para conocernos y traernos a un niño al que ayudamos pues tenía retinoblastoma. Lamentablemente perdió los dos ojos durante el tratamiento, pero las cuidadoras le quieren muchísimo y quieren que tenga una vida mejor por medio de la adopción. Esperan que si le conocemos, podremos encontrar una familia que se de cuenta de lo maravilloso que sería como hijo. Vamos a conocer a muchísimos niños cuyas necesidades médicas son muy complejas, y a docenas de niños que se están haciendo mayores para el sistema y que necesitarán mucho ánimo y apoyo para vivir su vida. Nos esperan decisiones muy difíciles en este viaje, y rezo para tener la sabiduría y la claridad necesarias para ayudar a cada niño de la mejor forma posible.

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Esta semana mis hijos me han abrazado fuerte y me han pedido que no me vaya aún dándose cuenta de que debo ir. Comprenden que hay miles de niños por todo el mundo que nunca han sabido lo que es ser querido por completo, como mis hijos son. Así que el viaje comienza. Aunque sea solo por un momento, espero que mientras estemos con los niños en sus orfanatos podamos mostrarles lo mucho que nos importan. Que tomemos las decisiones correctas. Que cada niño que realmente nos necesite se cruce en nuestro camino. Que nos demos cuenta todos de nuevo que es abriendo nuestros corazones por completo como suceden los milagros. Muchas gracias por uniros a nosotros en nuestra esperanza y por hacer nuestros programas posible. Hasta que cada niño sepa lo que es el amor, nuestro trabajo juntos continua.

 

Amy Eldridge es la Directora Ejecutiva de Love Without Boundaries.