Hola, me llamo Sophia y mi nombre chino es Hui Rong. Soy de China. Hay cientos de miles de niños en China que no tienen familia y yo era uno de ellos. Y esos niños tienen necesidades especiales. Es duro comprender cuál es la mía, la mía es epilepsia. La epilepsia es como una cicatriz en mi cerebro, y cuando voy al hospital, me tienen que hacer una foto de mi cerebro.

Al principio da bastante miedo, pero cuando la han hecho, es muy guay ver mi cerebro.

Bueno, sabes que cuando hablaba sobre la cicatriz, la vi. No es como una cicatriz en la piel, es más como un espacio vacío porque la enfermedad que tuve cuando era un bebé es como que se comió un trozo de la parte izquierda de mi cerebro. Eso no quiere decir que no pueda hacer las cosas que hacía antes, solo que necesito tomar una medicina para que no tenga otro ataque de epilepsia. Y cuando quiera que me siento aparte, rezo para sentirme mejor.

Me gusta ser Sophia Hannah Rong Kaden. Me gusta la forma en que Dios me ha hecho. Y le rezaré tanto como viva.

Salmos 16: 1-5

Hace unos días, mi hija Sophia de siete años se me acercó apretando un cuaderno contra su pecho. Me miró directamente a los ojos y me informó de que había decidido esceibir un informe. Me enseñó su trabajo y de nuevo me sentí profundamente orgullosa de uno de mis hijos. Escribió esto por sí misma, y la cita bíblica añadida (Salmos 16: 1-5) ni siquiera yo la conocía.

Sophia es muy introspectiva y esto fue como tener una ventanita especial a su corazón. Fue adoptada cuando era un bebé sin saber de ninguna necesidad especial. Su condición se reveló poco después de su séptimo cumpleaños. Mientras vivía sus primeros once meses de vida en un orfanato, contrajo una enfemedad que afectó a su cerebro, y como la zona afectada fue una que no es vital para el funcionamiento mental, pareció que la niña se había recuperado y fue candidata a la adopción ordinaria (sin necesidades especiales) y sin mencionar siquiera que había estado enferma. Estoy convencida de que en China no se dieron cuenta de qué era lo que le esperaba a nuestra querida hija, y estoy tremendamente agradecida de que fuera indetectable. Como las adopciones en China se mueven ahora casi exclusivamente en pasaje verde, he pensado que compartir la historia de Sophia puede servir para recordar que cada niño viene con su propia historia - del tipo de novela de misterio. Todos son emocionantes, agotadores, cautivadores... y completamente impredecibles.

Tener la historia médica del niño y conocer su personalidad son importantes herramientas para determinar nuestra habilidad manejando lo desconocido. Darse cuenta de que lo que sabemos es probablemente incompleto, potencialmente inexacto y que no es una garantía de salud, es responsabilidad nuestra cuando valoramos nuestra propia preparación. A decir verdad, no hay nada que nos muestre el futuro o que nos asegure un camino sin pesadillas ni sorpresas. No es culpa de nadie y nos pasa a todos. Cuando decidimos ser padres, ser defensores y protectores de nuestros preciosos hijos, asumimos la carga de lo desconocido. Nos enfrentaremos al dolor y a la pena... así como también a la alegría y a la tranquilidad. Todas estas emociones son regalos; nos dan forma y nos ayudan a crecer con esperanza y amor, tanto como aprendemos a responder del mismo modo.

De nuestras cinco adopciones, Sophia ha sido la única adopción que no era de pasaje verde. Creo que es un importante recordatorio de que cada día conlleva su propio secreto. La condición de Sophia es, de lejos, la más seria y preocupande de todas las necesidades médicas que tienen mis hijos. Cualquiera que haya conocido a Sophia, aunque sea por un minuto, te dirá que es una niña increíble e inspiradora. Toca el corazón de las personas con su forma de ser y su confianza. Ha cambiado nuestras vidas para siempre y es responsable en gran parte de mi forma de ser hoy. Veo la vida de modo completamente distinto a resultas de ser su madre. Estoy en deuda con ella para siempre.

La vida es frágil. A veces, saber cuán frágil es nos hace dormir con más tranquilidad que el no saberlo. No importa cómo vengan nuestros hijos y cuáles sean sus historias pasadas, no importa qué información tengamos la suerte de tener o qué nos espera en el futuro. Cuando nos comprometemos a ellos, nos prometemos que no tiene importancia. Nos damos a ellos de forma tan incodicional para que pueda exprimir hasta la última gota de experiencia de esta vida mientras estén aquí. Y también les preparamos para lo que viene, para su vida futura.

Hacemos esto en comunidad... apoyándonos y educándonos unos a otros mientras podamos. La vida no está hecha para vivirla sola, la vida hay que compartirla, vivirla y aprenderla. La vida promete ser desordenada, complicada y extraordinariamente bella... escrita en una página cada vez.

Lisa Kaden es madre de 7 preciosos hijos, 5 adoptados en China. 3 de sus hijos fueron adoptados mayores y los 5 tienen necesidades especiales. Ha sido voluntaria de LWB desde 2004 y es actualmente, una apasionada defensora de la adopción, especialmente, de la adopción de niños mayores.