25 abr 2013

Esperando el momento Helen Keller

Rui Mei llegó a casa hace un mes siendo una vivaracha niña de cinco años que hablaba en mandarín pero no sabía una palabra de inglés. Desde el primer día he estado esperando que llegara su momento "Helen Keller", ese punto de inflexión en el que su habla se transforme de pronto, y podamos hablar en inglés las dos. Me lo imagino como el descubrimiento de Helen Keller en la fuente, cuando su profesora le había metido las manos bajo el agua mientras le deletreaba la palabra a-g-u-a en la palma, y de pronto, todo tuvo sentido -cada objeto tenía un nombre. Helen corrió por toda la casa preguntando los nombres de las cosas y al final de ese día ya había aprendido 40 palabras. Aunque ya sé que para Rui Mei aprender el idioma será un proceso gradual, irracionalmente pienso que una mañana se levantará sin más y las palabras le brotarán solas.



Sin embargo, la mayor parte del tiempo ha mostrado muy poco interés por aprender inglés. Quizá piense que no le hace falta, ya que a lo largo del día más o menos adivinamos qué es lo que necesita ya sea porque es algo repetido o porque hace gestos con la mano. En el coche sé que quiere que baje la ventanilla para sentir el viento en su carita, y sea lo que sea lo que ella me esté diciendo, yo lo interpreto como "bajar ventanilla." Yo respondo "enséñamelo" mucho, y Rui Mei ha debido adivinar que su madre periódicamente necesita el equivalente a un buen juego de charadas para que su mensaje llegue. Rui Mei hace el gesto de cortar con los dos dedos cuando busca unas tijeras, muestra los dos puños cuando quiere que le lleve la taza con dos asas, y pone sus dedos en forma de círculos encima de los ojos para decir que quiere sus gafas de sol. A veces, si no entiendo nada de lo que me está diciendo que quiere, me pone el pelo tras la oreja, ahueca sus manos alrededor y me lo habla al oído, como si subiendo el volumen hará que su mami entienda chino. Pero aún así nos vamos entendiendo y por eso pensará que ¿para qué se va a esforzar aprendiendo inglés? 

A pesar de su poco interés, ha aprendido algunas palabras. Lo primero quizá fue "Hula Kwama" (Hola Kramer), resultado de nuestra campaña para que el gato fuera bien aceptado. También insistimos mucho en que sea educada, así que se le requiere que meta los sonidos "p-oorfa-vorrr" en aquello que de otro modo suena como la orden de un emperador. (Una conversación típica sería así: "¡Shui! (¡agua!)", "¿Cómo se pide?", "P-oorfa-vorrr.") Otra palabra famosa es "uops", usada cuando un palillo de comer se cae accidentalmente al suelo y no cuando se tira a propósito, ya que eso requiere una conversación completamente diferente.

Hace unos días, cuando visitábamos la consulta de adopción internacional del Hospital Infantil, tuve mi propio momento Helen Keller. De pronto me di cuenta de que una de las razones por las que Rui Mei no ha aprendido inglés soy yo. Hasta ahora, para nosotros lo más importante era construir la conexión emocional y la confianza. Hacer que Rui Mei hablara era secundario a  mostrarle que yo respondería a todas sus necesidades, a hacer que me mirara a los ojos, y a mantenerla segura. Si ella se siente segura sabiendo que "Wo ma shang hui lai" (vuelvo enseguida), entonces eso es lo importante. Si ofrecerle un "ji dan" (huevo) por las mañanas le pone muy contenta y le demuestra que me preocupo por su desayuno favorito, y si "¡Bu yao pao!" (¡no corras!) hace que no se resbale y se caiga en la piscina, entonces claro que le diré estas cosas de una forma en la que esté segura de que me entiende.


 También debo admitir que adoro cuando Rui Mei habla en mandarín y que odiaría que lo perdiera. Es parte de la valiente niña china que adoptamos: las canciones infantiles en mandarín cantadas como si fueran una declaración de fe, o el uso de palillos para comer los huevos, o el absorber los noodles acercándose mucho el cuenco. Sé que todas estas cosas se van a perder cuando aprenda los modales americanos, pero para mi son preciosos recordatorios de esa niña de mirada seria que nos robó el corazón en Hefei. Y yo me pregunto ¿por qué tiene que perder su mandarín mientras aprende inglés? Si yo me mudara a Francia y aprendiera francés, ¿me olvidaría de mi inglés? Pero por lo que tengo entendido, mientras aprende inglés Rui Mei irá perdiendo su mandarín a menos que hagamos algo para mantenerselo.

 

Espero que siempre digamos "xie xie" en lugar de "gracias", que después de cenar, Rui Mei suba las escaleras para su "xi zao" en vez de su baño, y que cuando salgamos por la puerta digamos un sonoro "¡Zou ba!" en lugar de un "¡Vamos!" El otro día, cenando, vi cómo había empezado el cambio. Rui Mei se había zampado dos cuencos grandes de noodles junto con nueve dumplings (empanadillas chinas), y cuando le ofrecí el último dumpling que quedaba me miró y dijo "No, gwassias"

~Love Without Boundaries tiene el placer de dar la bienvenida a nuestra blogger invitada Jean Singer. Rui Mei estuvo en el programa de Familias de Acogida de LWB en Huainan, donde la llamábamos "Claire".



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