6 abr 2013

Esperanzas y planes para nuestro viaje a China


Cuando era pequeña, recuerdo que me gustaba mirar el pasaporte del padre de una amiga y ver los sellos de entrada y salida de distintos países en cada página que pasaba, pensaba en lo maravilloso que sería algún día tener mi propio librito. No tuve mi primer pasaporte hasta los 35 años, cuando adopté a mi primera hija de China, y aún hoy recuerdo la emoción que sentí cuando el funcionario de inmigración estampó con firmeza su sello rojo. Todavía siento la misma emoción cada vez que aterrizo en China, y cuando leas esta entrada, probablemente estaré de nuevo en la cola de inmigración.

Cada vez que hago un viaje para ver cómo están los niños de nuestros programas, suelo reflexionar sobre mis viajes anteriores. Siempre pido por favor antes de despegar, que cualquier niño que de verdad necesite nuestra ayuda, se cruce de algún modo en mi camino. Y hasta el momento, al final de cada viaje siempre ha habido niños que necesitaban ayuda médica urgente o ser cuidados en una casa de curación; niños que me han dicho que querían tener la oportunidad de ir al colegio; y por supuesto, niños que me han mirado con sus ojos solemnes y me han dicho que por encima de cualquier cosa, deseaban tener un padre o una madre. 


Esta vez mi viaje empieza en la montañosa provincia de Guizhou, donde visitaremos a las familias de acogida de nuestro programa en Kaili, que es una zona cuya población es de la minoría Miao. También visitaremos por primera vez otro orfanato en la parte sureste de la provincia, con la esperanza de conocer mejor a los niños que viven allí y ver en qué modo les podemos ayudar.

Luego conduciremos hacia las montañas, hasta la pequeña ciudad de Weng'an. La mayoría de los niños de ese orfanato están en edad escolar y aprovecho para daros las gracias a todos los que donásteis al proyecto de comprarles bicicletas nuevas, ya que la distancia que tienen que recorrer hasta la escuela todos los días es tremenda. El propietario de la tienda donde las hemos encargado ya ha lo organizado todo para tener suficientes y regalar una a cada niño, y no puedo contenerme las ganas que tengo de ver sus caritas cuando reciban su primera bici. También tengo la esperanza de que podamos establecer un convenio para abrir un nuevo programa de acogida en Guiyang. 


Mientras estamos allí, conoceré al pequeño Yong, el niño con el gran tumor facial al que tantos de vosotros lleváis en el corazón. Espero que durante mi viaje ya se haya organizado el plan quirúrgico y que le hagan al fin la operación que tanto necesita.


Después marcharemos a la provincia de Anhui para visitar nuestra Casa de Curación en Hefei, nuestra escuela ubicada dentro del orfanato de Huainan, y finalmente nuestro programa de acogida familiar en Fuyang. Nuestras voluntarias me han estado mandando los nombres y la información de muchos de los niños que quieren que visite específicamente. Hay muchos peques en esta provincia que han estado durante años en nuestros programas, así que volver a verles me dejará una sensación agridulce. Me encanta ver sus preciosas caritas de nuevo, pero mi deseo siempre es que cada uno de ellos encuentre una familia permanente. 


Después volaremos a Beijing para visitar a dos de nuestros alumnos del programa de Educación Superior, e ir a la Casa de Curación Heartbridge. Me pregunto si alguien se daría cuenta si el pequeño Brody desapareciera misteriosamente y acabara en mi maleta... Oh venga, vamos... sé que tú harías lo mismo! La casa Heartbridge para mi es un lugar increíble porque sé que todos y cada uno de sus pequeños residentes habría muerto con toda probabilidad si no hubieran recibido el cuidado médico que allí les dan. Es siempre una cura de humildad el poder coger en brazos a estos niños que han tenido una segunda oportunidad en la vida.


Como nuestro programa de viaje es absolutamente frenético, no tendré tiempo de escribir desde China, pero en cuanto vuelva escribiré varios blogs sobre los lugares que habremos visitado, tanto los nuevos como los que llevamos ayudando muchos años. Sí os pediría que desearaís de corazón que de este viaje surjan cosas realmente buenas para los niños.

Esta vez, cuando el funcionario de aduanas ponga el ya conocido sello chino en mi pasaporte, sé que mi corazón estará dandoos las gracias a todos vosotros, por hacer que nuestro trabajo con los niños huérfanos sea posible. Llevaré conmigo vuestro cariño y vuestro apoyo para estos preciosos niños y os prometo repartirlos generosamente entre ellos.

~Amy Eldridge, CEO de LWB

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