5 may 2015

Estos niños cambiaron mi vida

JinTrent
El mes pasado viajé a China con mi madre formando parte del equipo de voluntarios que iban a ayudar en el Viaje Médico de Intercambio de LWB 2015. Estoy muy agradecida a LWB por haberme dado esta oportunidad única en la vida. Como alguien que quiere estudiar medicina el día de mañana y que ha sido adoptada en China, este viaje médico ha supuesto una profunda experiencia para mí.

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Cuando llegué el primer día al hospital de Kaifeng, sentí mucha aprensión. Tenía una idea general sobre las que iban a ser mis funciones: jugar con los niños y, posiblemente, entrar en quirófano para observar. Pero al mismo tiempo, no tenía ni idea de cómo sería todo en realidad. Sinceramente, no sabía cómo iba a reaccionar cuando viera a los niños por primera vez. Había visto sus fotos online, pero no sabía si me sentiría de otra forma cuando los viera en persona.

Una vez dejé mi mochila en la oficina/sala de descanso, el lugar donde se organizaban las plantillas y turnos de operaciones, y donde podíamos descansar un rato y beber una botella de agua, fui a visitar mi primera habitación de pacientes, la Love Ward 5. Esta era la habitación donde iba a pasar la mayor parte de mi tiempo. Esta era la habitación de Billy y Delia.






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En cuanto los vi, me enamoré de ellos. Todas las mañanas y todas las noches, la Love Ward 5 era la primera y la última habitación que visitaba. Por supuesto, era una gozada coger en brazos a los preciosos y achuchables bebés de las demás habitaciones, pero a mí me encantaba jugar con los niños más mayorcitos porque aunque no podíamos hablar el mismo idioma, sentía una profunda conexión con ellos.
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Las pelotas de goma fueron un tremendo éxito con los niños. Miraban intrigadísimos cuando los hacía rebotar en el suelo y volvían a mis manos, o cuando hacía malabares con tres de ellas en el aire.

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Para Spencer, el adorable niño de seis años de la Love Ward 6, las burbujas fueron el éxito total, cuando las tratábamos de cazar al vuelo, las soplábamos y vuelta a cazarlas.

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La segunda mañana del Viaje tuve el privilegio de poder entrar en mi primera operación. Nunca antes había entrado en un quirófano, y lo único que sabía de ellos era lo que había visto en Anatomía de Grey, el programa de TV. Me hacía mucha ilusión poder entrar en quirófano y ver mi primera operación. Me dijeron que si sentía nauseas me sentara o me marchara. No había pensado nunca que me pudiera asustar la sangre, pero el hecho de que me lo preguntaran me puso nerviosa.
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Pude quedarme justo detrás del cirujano, en un taburete porque soy muy bajita. Desde ahí pude ver cada corte y cada punto dado por los increíbles médicos. Fue alucinante. Me quedé impresionada de ver cómo los cirujanos podían cortar y coser las caritas de los peques, y cambiarlas de diferentes a típicas. Tuve el honor de poder observar ocho operaciones de unas cuarenta que hubo.
JinBilly
Cada día que pasaba me sentía más y más unida a los niños, y cuando tuve que marcharme los sentía como si fueran mis hermanos y hermanas pequeños. Eran todos preciosos, con sus caritas tanto antes como después de ser operados. 
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Creo que una de las experiencias más emotivas que tuve en este viaje fue la de la interacción entre Billy y Delia. Había oído su historia, que venían del mismo orfanato y que sufrían las mismas situaciones duras, y que se habían hecho los mejores amigos, como si fueran hermano y hermana. Puedo asegurar que se cuidaban mutuamente y se preocupaban el uno por el otro muchísimo. Por ejemplo, el momento en que Delia llegó de su operación miré a Billy y vi su carita llena de preocupación. Su "Mei Mei", su hermanita pequeña, estaba muy apagadita de su operación y tenía un aspecto diferente. Cuando Billy fue operado solía caersele la baba un montón, y yo se la quitaba de su barbilla. En muchas ocasiones, Delia me pasaba más toallitas de papel para asegurarse de que pusiera más cómodo a Billy. Siempre que sacaba mi cámara de fotos, él pasaba el brazo por los hombros de Delia y me daba su más preciosa sonrisa.
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Antes de mi viaje mucha gente me preguntó qué sentimientos podrían surgirme porque si no hubiera sido adoptada y me hubiera quedado en China, mi vida habría sido completamente distinta. Este pensamiento tan conceptual no me afectó como pensé que lo haría, probablemente porque es extremadamente difícil imaginar algo que no ha pasado. Me he dado cuenta de que si me hubiera quedado en China, mi vida sería completamente distinta; y en este viaje he visto algunas de las posibilidades que podrían haber sido si no hubiera sido adoptada. Tengo mucha suerte de que mi familia americana y yo, nos hayamos encontrado mútuamente, y no cambiaría eso por nada del mundo; tampoco podría aunque quisiera.
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Ahora que he leído algunas historias tremendas sobre los niños, historias que en algún punto podrían haber sido mi historia, quiero hacer un cambio. Este conocimiento profundo de nuevas personas, profesionales médicos con tantísimo talento y altruistas, y las increíbles experiencias que he vivido, me han reafirmado aún más en mi intención de convertirme en médico.

Aunque no sé si quiero ser cirujano plástico, puedo implicarme con otro tipo de cirugías que ayuden a los niños.

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El momento más feliz de mi viaje fue cuando los niños se reían. Aunque eran muy pequeños y muchos no podían entender sus vidas, eran capaces de reír y de sonreír, con y sin sus problemas faciales, se las arreglaban para estar hermosos.
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John Allen era el bebé que tenía la sonrisa más grande que he visto. Entró y salió de quirófano con una sonrisa puesta, y no lloró ni una vez.

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John Allen con los médicos y su cuidadora

Niños como Delia, que han aguantado una operación de corazón, una de fisura y además es ciega de un ojo, es una de las niñas más valientes que he conocido en mi vida y que más me ha inspirado.
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Cuando los niños son felices, yo soy feliz, pero cuando están doloridos, se me parte el corazón. Los niños cambiaron mi vida, y yo quiero tener la oportunidad de cambiar sus vidas.

~Jin Jackson tiene 17 años y vive en Mendocino, California.

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