Fue un momento de absoluta alegría para nosotros, y a pesar de eso, una capa de tristeza cubría la superficie de todas mis emociones. A unas tres horas de distancia de aquella fría habitación del Registro Civil, había otra madre que estaba igualmente devastada, rota y triste porque este día, que tan altruístamente había esperado que llegara, llegó: la madre de acogida de Lydia Kate. Ella nos había mandado una carta escrita con mucho cuidado y cariño donde decía lo mucho que quería a nuestra hija y lo mucho que esperaba y soñaba para ella, en la carta se aseguraba de que supiéramos que la había "querido como si fuera su propia hija."
Lydia Kate y su madre de acogida
Nos entregaron un pequeño album de fotos que estaba lleno de fotos de nuestra hija desde que era un bebé hasta la semana en la que estábamos. En su cara se podía ver una sonrisa llena de orgullo cuando posaba con nuestra hija. Hablamos con las amables mujeres del orfanato sobre la madre de acogida, y aunque nos hablaban en chino, supimos lo que nos querían decir sólo mirándolas a los ojos, cuando se les llenaban de lágrimas.
Lydia Kate vino directa a mis brazos. Me besó la cara. Nunca lloró. Fue muy valiente. Sin duda alguna, la habían preparado para este día.
Besitos a mamá
Le habían preparado para esta transición que alteraría tanto su vida, y de un modo tan altruista que dolía pensar en ello. Nos sentamos en el suelo y empezamos a mirar nuestro album de fotos, el que le habíamos mandado nosotros, y nos sorprendimos viendo cómo sabía quiénes eramos todos.
Se había tomado tiempo. Se había querido en nuestro nombre. "Gracias" no es suficiente.
¡Lydia Kate conocía a la familia por fotos!
Le di una muñeca que le habíamos traído. La abrazó y empezó a darle besitos y a olerle el cuello. Supe que eso era algo que se le había hecho a ella para demostrarle cariño. Ella sabía cómo mimar, cómo mostrar amor y afecto -algo que no es nada normal en la situación de la que hablamos. Según los libros que habíamos leído, nosotros ibamos a tener que enseñarle todas estas cosas.
Pero parece que el haber vivido en un hogar de acogida, donde ha habido mucho cariño, ha sido lo que le ha enseñado bien a nuestra Lydia Kate. Le dieron el regalo de un amor seguro. Gracias a ello pudo confiar en nosotros más, en los momentos terribles de la transición.
Nos metimos en la furgoneta para volver al hotel y nunca miró atrás.
Lydia Kate achuchando a su muñeca
Nuestra hija conoció el amor a edad muy temprana, en sus momentos más vulnerables -una bebé abandonada, y gracias a esta mujer preciosa y al increíble programa de acogida de Love Without Boundaries. Es lo que hizo y hará para siempre la diferencia, mientras sigue adaptandose a la vida en nuestra familia como la querida hija que es, a la vida como adoptada, a la vida como china-americana, y a la vida como persona con discapacidad.
Con sus dos hermanos que la adoran
En la actualidad, Lydia Kate sale adelante. Anda (y los médicos no estaban seguros de que pudiera hacerlo nunca) corre, sube escaleras, juega en el parque y hace amigos en el cole.
Primer día de cole
Adora la vida. Adora a su madre, a su padre y a sus hermanos.
Estamos y estaremos siempre profundamente agradecidos.
Le di la muñeca que le llevamos. La levantó entre sus brazos y empezó a besarla y a olerle el cuello. Supe que esto era algo que le habían hecho a ella para darle cariño. Sabía como mimar, cómo mostrar amor y afecto, algo que no es normal en la situación en la que estabamos. Según los libros que habíamos leído, nosotros ibamos a tener que enseñarle todas estas cosas. Parece que el haber vivido en un hogar de acogida cariñoso ha sido suficiente para enseñar a Lydia Kate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario